Una de mi mejores amigas me regaló
Cincuenta sombras de Grey para mi cumpleaños N°30. Siempre he sido la
Charlotte de mi grupo (y eso al parecer es preocupante), y de hecho otra buena amiga (que por cierto es
defensora del libro) lo primero que me dijo fue que tenía que leerlo, porque la protagonista le recordaba mucho a mí. Y, bueno, el tema en algún momento fue obligado en cualquier instancia social, algo así como el
dónde estabai pal terremoto el 2010 o
cachaste que la Michelle se gorreó a Joche el 2011.
Así que, una, queriendo ser obediente y parte activa de la sociedad, lo leyó.
¿Qué pasó, chiquillas? ¿Por qué nos volvimos tan locas con un libro que, no solo está harto mal escrito, sino que además realmente no aporta nada? ¿Qué pasó con eso de que las mujeres no somos el sexo débil, que el hombre no nos domina, que somos seres pensantes y críticos? Que quede claro, desde ya, que esto no tiene nada que ver con el sadomasoquismo (¡que cada uno haga lo que quiera en su cama!) porque, claro, parte de la liberación femenina era precisamente asumir y aceptar -y que los hombres asumieran y aceptaran- que las mujeres también pueden disfrutar libremente de su sexualidad. Mi problema es con la absoluta obnubilación de ella -torpe, insegura, introvertida- que la hace hacer todo lo que él -mino, millonario, misterioso- decida. No es que ella firme un contrato para ser la sometida en la cama, sino también en toda su vida:
entrena 5 veces a la semana,
ponte esta ropa,
come lo que yo digo.
Para mí, sinceramente, es la historia de una
relación abusiva disfrazada de porno disfrazado de literatura (por tener 541 páginas se ganó el título de novela, y de novela profunda, ¿no?). Y no tengo nada en contra del porno, salvo cuando lo hacen pasar por literatura. Y sí tengo mucho en contra de las relaciones abusivas, y más aún cuando la venden como literatura pro-liberación-sexual-femenina (
pero, weona, léetelo, no seai cartutcha). ¿Realmente una mujer está siendo más libre al ser la esclava
sexual de un hombre porque es irresistiblemente mino, misterioso y millonario? ¿De verdad por leer un libro en que un hombre controla el trabajo, los amigos y el tiempo de una mujer estamos siendo modernas y liberales? ¿Hay algo peor que la dominación que dice estar
liberando al dominado?
Hace años que los hombres andan alegando que cuando son buenos, las mujeres los friendzoneamos. Que a las mujeres nos gustan los weones que nos tratan mal, que no son honestos, que nos usan y nos dejan botadas cuando quieren. Siempre me ha apestado eso, porque no poh, no todas las mujeres somos iguales. Entonces llega este libro y de un suácate les vuelve a demostrar a los hombres que cuando nos latiguean (más metafórica que literalmente incluso), ahí estamos nosotras, como un perrito faldero, aceptando estupideces, complaciendo al estúpido y, pa peor, recomendándoselo a nuestras amigas. Así como cuando el
Chispa se puso a pololear con la Claudia Schmidt. Un gallo feo, antipático,
violento y prepotente. Con polola. Con una polola como la Claudia Schmidt. Ese tipo de cosas hacen que me den un poco de ganas de devolver mi derecho a voto.
Chiquillas, sinceramente, ¿todos esos
sostenes se quemaron en vano? ¿Vamos a seguir eligiendo gallos manipuladores, abusivos, posesivos? ¿A la primera asomada de un loco con plata y minura, aunque nos haga sentir incómodas y humilladas, se nos corta el elástico de los calzones y no somos capaces de valorarnos nunca más? Mi humilde sugerencia es: permítase que se le corte el elástico del calzón cuando lo vea, haga todas las cosas que quiera con él, pero cuando se vaya devuelta pa su casa, que sea usted quien elija qué come, en qué trabaja, con quién conversa, y sobre todo, a quién ama.
*Esto no es una crítica a mis lindas amigas que, con toda la mejor intención, quisieron que leyera el libro =) Yo sé que me quieren, incluso a pesar de ser torpe, insegura, introvertida.