25 mar 2015

La nueva generación de papás mimados que miman

Si fuimos testigos hace algún tiempo de una generación de hijitos de mami, que siempre vivió rodeada de mimos, era de esperarse que estos hombres mimados un día se convirtiesen en papás.

Frutos de una clase media aprensiva y protectora, estos padres (y con ello me refiero también a las madres) ahora ponen en práctica esa faceta mimada en el cuidado de los hijos. Este comportamiento egoísta y mezquino se exacerba y se lleva al extremo cuando involucra niños inocentes, dulces, tiernos y suaves. Son papás mimados que miman.

Para los padres mimados que miman parte de su misión aquí en la tierra consiste en liberar a su hijo tanto de cualquier impedimento u obstáculo natural y necesario, como de cualquier situación aburrida, desorden, tío latero, normas de la sociedad, rituales de nuestra cultura, etc. Para un papá mimado, los deseos del hijo no necesitan tener límites.

A continuación algunos de los principales comportamientos de los padres mimados 
en la relación que establecen con sus hijos.


Hasta la revista Veja ya se dio cuenta, pero las personas nos demoramos en cambiar."Ellos son quienes mandan. Un retrato de los adolescentes de hoy: son reyes de la era digital, deciden lo que la familia va a comprar, cuestan carísimo, pero están más desorientados que nunca".


Hacen que el niño sea el centro de la casa

Tal vez una de las principales características de los padres que miman es el hecho de que la rutina de la casa debe ser establecida de acuerdo con la voluntad del niño. Sillita de comida frente al televisor, horarios no determinados, silla de juego para entretener al bebé, productos, accesorios, artefactos específicos para cada momento del día, todo tiene como fin último complacer al niño. Y aumentar la locura de la casa. 

En el libro French Children Don’t Throw Food, Pamela Druckerman cuenta lo que hace a los niños franceses "mejor portados". Entre investigaciones, entrevistas y ejemplos, la autora muestra que el hecho de que los padres franceses no tengan a los niños como el centro de la casa es esencial para que ellos entiendan que se adecuarán a un modelo preexistente, y no al revés. Tratar al niño como el centro de la rutina de toda la casa es la base de una educación de mimados hacia mimados. 

"Para la generación de mis abuelos y mis papás, la vida de los adultos no debía ser decidida en función delos intereses de los niños, incluso porque el principal interés de los niños eran transformarse en adulto"  -Contardo Calligaris


Creen que sólo come carne con papas fritas 
No hay duda de que él tiene edad suficiente para saber qué es lo más saludable. Tampoco hay duda de que lo más saludable está en este menú. 

Como su voluntad es considerada como verdad absoluta, lógicamente estos niños no comerían lo que los papás comen. O porque tiene mucho aliño, o porque tiene vegetales y él una vez los rechazó o porque, mira, es que Pedrito sólo come tallarines con mantequilla, no acepta otra cosa. 

Cada vez más común en los restoranes, el menú para niños se queda siempre en opciones no muy creativas: tallarines, bistec, papas fritas. Y si aún así el niño rechaza el almuerzo, existe un abanico de productos procesados que será ofrecido rápidamente para que el pimpollo no pase hambre: galletas, ramitas, leche chocolatada, jugos azucarados y tantos otros. 


Además de nada saludable, esto es una alerta de mimo: los niños comen lo que uno les enseña a comer. De buenas a primeras, es mucho más simple encontrarle el sabor al tallarín que a una coliflor.

Tarea para la casa para los padres que tienden a mimar: leer los textos de Pat Feldman con respecto a los pequeños y entender que el gusto por la comida se construye. De manera conjunta, en la mesa donde se come, se puede estimular a que prueben diferentes cosas, entendiendo el apetito del niño y respetando sus gustos, pero no olvidando enseñar que parte importante de las comidas es convivir e interactuar con otros,  demostrar respeto por la comida que fue hecha en casa y que será la base de la alimentación de todos los que viven ahí y comparten un hogar. 


No le conversan, solo lo distraen 
Decir "Estoy aburrido" es inútil. Vives en un mundo enorme del cual apenas conoces un ínfima parte. E incluso el interior de tu mente es infinito. Sigue eternamente hacia adentro. ¿Entiendes? El hecho de que estés viva es increíble, entonces no tienes derecho a estar aburrida.


Es común mirar para el lado en un restorán y encontrar a un niño hipnotizado por un iPad. O en el auto, con un iPod y audífonos, ajeno a los estímulos del ambiente o a la ausencia de ellos. Aliados de los papás que miman, los artefactos tecnológicos ayudan al niño a no frustrarse, a no lidiar con el aburrimiento de un restorán repleto de adultos, de un auto sin atracciones; de hecho, de una vida entera que muchas veces no tiene grandes aventuras.

Sin embargo, por más que los padres se esfuercen por llenar ese vacío intrínseco de los hijos, éste no podrá ser llenado. Proteger a un hijo de eso, es una misión destinada a fracasar, ya lo comprobó Eliane Brum.

No confían en el colegio

Julio Groppa Aquino dice que nosotros, los educadores de estos tiempos modernos, no somos más que niñeras. “Niñeras Plus” fue el gracioso término sugerido por él para demostrar esta realidad de padres que no quieren saber de las relaciones, los aprendizajes, la enseñanza, la evolución de sus hijos. Exigen en primer lugar que su crío sea mimado por el colegio, aplaudido en todo momento, jamás confrontado. 

No confiar en quién se le confió la educación de los hijos es una gran señal de inseguridad, ciertamente una señal de padres mimados. Las malas notas son culpa del profesor, el mal comportamiento es culpa de la escuela y la comunidad es cruel y no ideal para enseñar a su hijo a lidiar con la vida. 
Antes los niños debían responder a la escuela y sus padres. Ahora la escuela debe responder a los niños y sus padres.


Lo elogian mucho

Una práctica muy común entre estos padres: elogiar al niño hace bien, aumenta su autoestima, favorece su desarrollo, le entrega seguridad, ¿verdad? Mentira. 

En el libro Filhos: novas ideias sobre educação, Po Bronson y Ashley Merryman presentan recientes investigaciones que muestran, entre otras cosas, el poder contrario del elogio. 

La explicación es muy simple: asegurar en todo momento que su hijo es inteligente hace que el niño se torne inseguro sobre esa condición de él. Y, por miedo de equivocarse y perder ese "título" de inteligente, el niño tiende a arriesgarse menos y a esconderse tras esta máscara. Lleno de inseguridades y con un batallón de elogios vacíos (que recibió sin notar sus esfuerzos), nos encontramos con un buen inicio de frustración para el pequeño. 

Lo que todos estos temas tienen en común es que tratan al niño como un frágil cristal. Delicado, fruto de una imaginación romántica de pureza, incapaz de lidiar con cualquier obstáculo. Sabemos que la frustración es algo que nadie quiere para su hijo. Pero es lo único que la vida nos da con certeza.




¿Qué tal si comenzamos a criar mejores hijos para el mundo? 



El post original en portugués, escrito por Isabella Ianelli, está en el sitio Papo de Homem, y pueden revisarlo aquí


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