Soy un ser destinado a saborear. A curtir, como se diría en portugués. Curtir até a tristeça. Yo fui hecha para vivir mis penas a concho, para saborear cada lágrima, contemplar cada retorcijón de guata. Para embrace la alegría, estrujar los recuerdos, vociferar cada letra. Yo no fui hecha para perderme en la masa. Por más que la masa lo quiera, por más que mi alma lo quiera.
Yo nací para ser extremos, para ser intensidades, para glorificar lo simple, y endiosar lo glorificado. Nací para escribir lo cursi, lo cliché, lo dramático, lo cuático, lo dichoso, lo insuperable. Nací para llorar por comerciales, indignarme por bolsas plásticas, enamorarme de los insectos. A mí me hicieron por los detalles, por el gran panorama, no por las medias tintas, por el blanco y el negro. Yo nací para eso, para esto, para aquellos, para todo.
Yo nací para creerme rey, vivir burgués y llorar mendigo. Yo nací para jugar a dios y sentirme polvareda.
Es bueno saber a qué se vino al mundo. De ahí a saber para qué sirve, ése ya es otro tema.